Una vez tienen una variedad amplia de movimientos motrices gruesos, se tardarán unos meses adicionales en afianzarlos, es decir, en aumentar la calidad con la que los realizan. Buscarán patear el balón con mayor precisión, lanzar la bola más lejos y mejorar su estabilidad al caminar o bailar para caerse con menos frecuencia.
Cuando leen libros contigo reconocen cada vez más animales y los sonidos que hacen. Durante esta actividad también mostrarán interés en pasar las hojas del libro por sí mismos, pero si son delgadas usualmente lo harán en grupos de dos a tres. Su habilidad para rasgar el papel y las habilidades motrices finas que han desarrollado les permitirán desenvolver objetos no muy pequeños.
Muchos niños comienzan a decir sus primeras frases de 2 o 3 palabras usando lenguaje telegráfico, incluyendo el mínimo de palabras necesarias para hacerse entender. Algunos también comienzan a usar los pronombres posesivos, de hecho, probablemente no te sorprenderá leer que usualmente el primero que aprenden es «mío».
Meses explorando y siguiendo las rutinas que tú hayas establecido le permiten comenzar a asociar los objetos con sus respectivas actividades. Por ejemplo, saben que la cuchara se usa a la hora de la comida, la toalla a la hora del baño, y los zapatos a la hora de vestirse.